Simplemente campeones

 

Han pasado veintidós largos años para que los aficionados Celtics vean cómo se alza la bandera con el decimoséptimo título. Sin embargo, ha merecido la pena. Con tintes épicos, esta final pasará a la historia. Para los Celtics, todo ha sido perfecto. Mayor número de victorias en Regular Season, anillo y, además, ante el archienemigo: los Lakers. Por si fuera poco, la última victoria ha venido por 39 puntos (131-82). Aplastantes como toda la serie, intensos durante todo el partido. Simplemente, son los campeones.

Desde el día que pisaron la NBA, a Pierce, Garnett y Allen se les tildó de perdedores. En esta década en la que nos han maravillado con su juego, sólos en sus respectivos equipos, lo máximo que consiguieron fue perder una Final de Conferencia. Demasiado poco para tres grandes que parecía que iban a seguir el camino de Stockton, Malone, dos de los más grandes sin anillo. Pero los Celtics han demostrado no ser sólo el Big Three.

La mayor de las culpas de haber hecho renacer este sueño Celtic es Danny Ainge. El General Manager no sólo se movió de manera magistral juntando a Garnett y Allen con Pierce, sino que -cuando las primeras críticas empezaron a llegar alegando que no había banquillo- consiguió piezas para rellenar el puzzle. James Posey en su papel de antihéroe, Sam Cassell a aportar experiencia, PJ Brown que disfrutaba de su retiro, Eddie House para que aporte triples, Leon Powe y su fuerza, Tony Allen y su físico. Todos perros viejos, que saben que defender es el mejor camino para llegar al título y con ansias de vestir un anillo en el dedo.

Otro de los grandes culpables es Glenn Doc Rivers. Criticado durante su estancia en Orlando y criticado en los infelices años que ha vivido en Boston. Se decía que no era capaz de dirigir a este grupo pero, con la ayuda de Tom Thibodeau, ha conseguido dirigirles y -lo que es más difícil-, dirigirles hacia el anillo. Con un entramado defensivo a prueba de balas -sólo hay que ver los porcentajes de Kobe Bryant en esta serie- y dejando en las manos de los jugadores el ataque. Un ataque, por cierto, también bien elaborado y sabiendo las posibilidades de todos los jugadores. Con Rondo, se busca la penetración del escurridizo base para buscar al hombre libre. Con House, es Pierce el que desborda para hacer lo propio. Sin duda, una temporada merecedora de quitarle el entrenador del año a Byron Scott para dárselo a él.

Y el MVP de las finales, Paul Pierce. El chico de California -por encima de Garnett, al que se le presupone ser un mejor jugador- ha hecho lo que ha querido en esta serie con los Lakers. Nadie ha sido capaz de frenarle durante los seis partidos. Ha desbordado a todos los defensores, logrando entradas imposibles; ha anotado triples inverosímiles (recordemos ese, aunque ya lejano, tres más uno que logró en el primer partido), ha defendido a Kobe Bryant con éxito y, en definitiva, ha sido el verdadero MVP.

Por mi parte, si hubiera que destacar otro hombre, destacaría a James Posey. El villano, el antihéroe, el malo de la película. Desquició a Kobe Bryant defendiéndole a un centímetro de su cara, anotó puntos importantes en varios partidos (sin ir más lejos, ayer el parcial de 26-6 que causó todo lo empezó él con dos triples) y puso el 200% en cada partido. En Memphis le llamaban MVPosey, alegando que era el líder del equipo y no Gasol. Quizá fuera, lo era de hecho, otra de las muchas tonterías que se dicen pero, a buen seguro, James Posey ha sido el segundo MVP de estas finales.

Y los demás, todos han jugado bien. Garnett, aunque desquiciado a veces, ha conseguido imponer su ley en la pintura. Allen ha martilleado con sus triples, tras unos irregulares PO, a la defensa exterior laker. Perkins ha supuesto un embrollo para Pau Gasol. Rondo ha seguido creciendo y maravillando a la gente con sus pases de fantasía, quién lo diría, rebotes y entradas. House ha matado partidos con sus triples. Cassell ha sido, simplemente, Sam I Am. Powe ha puesto garra y fuerza, destacando sus 21 en el segundo partido. PJ Brown ha dotado de experiencia y ha convertido sus tiros de media distancia. Tony Allen ha jugado bien cuando ha salido. E incluso Glen Davis tiene premio, jugando el séptimo partido -y demostrando el repaso que le ha dado Doc a Phil- con buena actuación.

Ahora, toca mono de basket y empezar a pensar en la próxima temporada (26 de Junio, Draft de la NBA). Pero hasta dentro de un año por estas fechas, los Celtics seguirán siendo vigentes campeones y volverán al olimpo, al lugar del que nunca debieron marcharse. ¡Felicidades!

1 Responses to Simplemente campeones

  1. Carlos dice:

    Santo tocho. En definitiva, Celtics campeones jaja

Deja un comentario